"Me da envidia sana" ¿Quién no pronunció esta frase alguna vez? ¿A quién no se la dijeron o al menos la escuchó? A pesar de que es común diferenciar la envidia sana de la maliciosa (incluso los científicos lo hacen), la mirada religiosa simplifica las cosas: "La envidia siempre es un sentimiento malo. Muchos manifiestan que admiran a alguien que progresa con la frase ?me da envidia sana?, pero eso no es envidia. El envidioso es egoísta y orgulloso, por lo que jamás admite admiración ni pide consejos", afirmó el sacerdote Héctor Ortiz.

El religioso explicó que la envidia simboliza la maldad del deseo de tener todo lo que no es propio. "Está contemplado en dos de los 10 mandamientos de la ley de Dios que dicen: ?no codiciar los bienes ajenos? y ?no codiciarás la mujer de tu prójimo, y es uno de los siete pecados capitales reconocidos por la Iglesia desde el tratado de Trento", aclaró Ortiz.

El religioso dijo que este es un pecado de raíz del cual derivan todos los demás. "Otros, como la lujuria y la gula, atraen por su placer aparente pero, de igual forma a la larga o la corta, llevan a padecer un inmenso dolor interior", afirmó. Ortiz recomendó que si uno tiene contacto frecuente con una persona evidentemente envidiosa, lo mejor que se puede hacer es no hablarle de las cosas que sabemos que lo pueden afectar.